domingo, 15 de septiembre de 2013

Sesión en viernes de lluvia

Las sesiones continúan aún en estos meses de lluvia. Ya son dos años los que he estado en contacto con Gutiérrez, a veces creo que es demasiado, en otras siento que apenas empieza. No sé qué es lo que busco. Últimamente todo lo construyo con base en ausencias, en negaciones. Ir por el camino que parece contrario es algo que se me vuelve costumbre, no meditada debo decir, constante.
Algunas veces me sorprendo al escuchar lo que él dice, otras le he dicho que lo que él ve queda reducido, que algo no puede ser tan simple. La teoría funciona. Habla de teoría como si estuviera en una charla de café con un amigo. Se disculpa por ello. Continúa haciéndolo, agrega que sabe que lo entenderé.
Un par de veces ha mencionado que es él la persona que mejor me conoce. No sabe lo que dice. Tal vez yo no sé lo que eso significa. Todavía guardo temas para mí, cosas que no le he mencionado. Él lo sabe. En una ocasión hace mucho tiempo comentó que era normal querer engañar al psicoanalista. Aún ando en el proceso.
Hablamos de desechos en el espacio la última sesión. De una cochinilla muerta en medio de mi cuarto. De movilidad. Sigo dirigiendo la mirada hacia la fotografía enmarcada que pende de la pared justo frente al diván. Ya no golpeo la pared. Él escucha.
Este viernes salí del consultorio y llovía, caminé las dos cuadras pensando en su voz, no en lo que había pronunciado, quizás un par de ideas quedaron intermitentes. Es algo confuso vivir con el ruido externo y los sonidos que golpean la cabeza, que alguien más deja, que se mezclan con mis palabras. Todo se vuelve amorfo. Desaparece.

jueves, 22 de agosto de 2013

Día 47

Habría de pensar bien qué es esto que cuento pero se colapsa el tiempo cuando intento darme explicaciones tan de poco uso, tan muertitas. No es que lo esté evitando, no, solamente sé que ya no me funcionan. Hay enunciados que han dejando de pronunciarme, los convertí en vicios, sí, de esos que van quitando la vida a cachitos para que uno no se de cuenta.

Ahora ando por el día número 47 de medio dejar de hacer unas cosas y hacer otras, bueno, eso es lo que me voy diciendo. Lo que sigue igual, igual que siempre, es eso de ir diciendo verdades que no son, ficciones que no crecen, ni mueren, y nomás medio nacen de mi boca. Tal vez algún día logre dejar de decirlas pero, para tratar de ser medianamente sincera, no creo que eso ocurra. No será, porque de ser así entonces habría perdido las ganas de crear. Ahora no entiendo claramente dónde es que están esas ganas pero al menos siento que no han muerto, si no no diría tantas mentiras y no me saldrían tan bien... puede ser que se me esté yendo la práctica, eso sí, y esto último sí que me da miedo... miedo de esos que tantos tengo.

sábado, 8 de junio de 2013

La abuela

La abuela se acaba de mudar a la casa... la abuela tiene 89 años... la abuela está...  no habla de otra cosa más allá de 1994... ¿la abuela en verdad siente dolor? Algunas tardes se acuesta en su cama, descansa mientras alguien entra a su cuarto a preguntar cómo va todo. El silencio de su habitación se expande, llega hasta mis oídos, siento que debo romperlo... no me corresponde.

Su nombre es V, nació en el año de 1924, mismo año en que nació mi abuelo, no su esposo, mi otro abuelo. Ella nació en un pueblo de Xochimilco dentro de una familia que ya tenía otros cuatro o cinco hijos más, no importa ese dato porque todos murieron, menos ella, su hermana mayor (aquella que tiempo después metería a la abuela a la cárcel por algún chisme familiar) y su hermano menor, uno que vivió hasta la juventud y que llenó a la familia de una figura masculina amable... para destruir después a la misma familia con su trágica muerte a corta edad y sin dejar descendencia. 

Llegó el lunes por la tarde con pocas cosas en el camión de mudanza, no tan pocas. Algunas macetas ahora adornan el patio, un tapete, la entrada. Le asignaron un cuarto en la planta baja... todo está listo para que yo entre y escuche las viejas anécdotas de cuando su madre (mi bisabuela) se escondía de los carrancistas:

-Mi madre ya se había casado antes, no con el Chaviro, ése vino después n'más a fregarla, sí... pero su esposo, lo amó mucho... Es que antes, hija, llegaban los carrancistas y se llevaban a las muchachas guapas -sonríe-, por eso la mamá de mi mamá las llenaba de tizne, y las ponía mugrosas, pa'que no se las llevaran. Pero eso fue después, después de que le mataron a su esposo, de él no tuvo hijos, todos fueron con el Chaviro, ése fulano -frunce el ceño-. La gente venía gritando que ya se acercaban por el sur, llegaban de por milpaalta, y ya'quí en el pueblo siguieron con las armas. Un soldado mató al esposo de mi mamá y ya se llevaba por la fuerza a mamá Hila, pero ella estaba como vuelta loca y gritaba que le habían matado a su esposo, y entonces, no sé cómo, pero figúrate que agarró un azadón que andaba por ahí y le dio un golpe al maldito soldado, ya después lo terminó de rematar. Sí hija, se volvió como loca y le siguió llorando a su esposo. Ya después llegó el Chaviro. 

Creo que la abuela duerme por las tardes... después de hacer su comida, después de bañarse, después de ver televisión, el jardín, el gato que anda rondando, después de encontrarse en medio de sus 89 años... a veces sonríe.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Páginas

"Pondremos por escrito lo que vimos tal y como lo vimos, lo que oímos tal como lo oímos, de modo que nuestro libro pueda ser una crónica exacta, libre de cualquier clase de invención. Y todos los que lean este libro o lo oigan puedan hacerlo con plena confianza, porque no contiene nada más que la verdad."  Marco Polo


domingo, 7 de abril de 2013

Las hormigas




Un sueño, esa mañana estaba agotada por el sueño que había padecido momentos antes.Tenía la ligera sospecha de que no significaba absolutamente nada; pudo ser solamente una de esas imágenes borrosas que después trataba de comunicar para que nadie entendiera, o quizá sólo era algo escondido tras las lecturas de la noche anterior... sí, eso podía ser... no había necesidad de llamar de urgencia a nadie, a alguien: Dr. Gutiérrez. O tal vez, como la sospecha que era, dejaba un enunciado inconcluso en el cual ella habitaría los próximos días.

Ya había comentado con él que en ocasiones llegaba a sentir algo que la ofuscaba con tal profundidad como para pensar en la posibilidad de llamarlo por teléfono y tener algo así como una charla-consulta telefónica. A pesar de eso, ella sabía muy en el fondo -tal vez no tan en lo escondido- que lo que fuese que le ocurriera en aquellos momentos podría ser manejado con la simpleza que correspondía a los minúsculos incidentes de la vida cotidiana, un tanto al estilo en que -según ella- todos resuelven sus asuntos, ignorándolos. Sin embargo, ése era su justo problema, prestar demasiada atención a un sólo detalle, observarlo, darle vueltas y corretear su forma disforme, agotarse tras suposiciones y teorías que después eran desechadas para poder continuar viviendo, después de perder la cabeza terminaba cerrándola. Sabía bien que tanto desmenuzar sueños era lo que la había puesto en ese lugar desde el inicio: querer entender las persecuciones que vivía mientras dormía. 

Antes, las luces estaban a su favor, la dibujaban como si fuera su juguete. Ella pensaba que la imagen que veía en su cabeza de sí misma en medio de cualquier entorno era nítida, detallada, sin fallas, pero fue tiempo después, cuando las crisis comenzaron, que revisó algunas fotos de tiempos anteriores. Según su memoria lo que veía en el papel era mentira, las fotos mostraban detalles que ella jamás hubo apreciado y, así, cayó en la cuenta de lo confuso que había sido el momento de aprehender la imagen que había conservado para sí en su cabeza; confirmaban la distorsión total que padecía; que había vivido entre espectros producidos por su propia mente... Ya pasados los años, por fin lo vio. 

Entonces, ahora todo se trataba de sueños. Poco a poco iba perdiendo la vista, estaba casi tan ciega como un topo, los objetos eran sólo sombras que ella manipulaba en la cabeza. La situación parecía convertirse en una realidad perfectamente manejable tanto más ciega estaba, pero con los sueños, con los sueños era otra cosa. Los sueños eran mundos imposibles de cambiar a voluntad, se encontraba adentro indefensa y, quizá por eso, huía de todos ellos.

Había estado recostada en su cama, así comenzaba el sueño de actual cuestión, completamente sobre la espalda, arropada con las cobijas y con dificultad para realizar algún movimiento. No había sensación de asfixia. Estaba con los ojos completamente abiertos observando el techo. En vigilia acostumbraba estar en esa posición, observando el techo, sin sonidos ni movimientos bruscos. Si acaso llegaba a levantar un brazo de manera perpendicular a su cuerpo. Le gustaba la sensación de dejar un abrazo levantado mientras la sangre le corría con mayor velocidad por su torrente sanguíneo en dirección a su pecho, era como si toda la sangre se viese arrojada hacia su rostro, y entonces, pasados algunos minutos, el brazo flotaba en el aire vacío, seco, ausente. No había cansancio ni sensación de tiempo... en todo el cuerpo. Tal vez en su sueño levantó el brazo... debió ser el derecho. Lo levantó en dirección al techo para seguir con su dedo índice el camino lleno de hormigas que se dibujaba en el blanco soporte, era algo similar a una línea negra, gruesa y llena de intersticios y abultamientos. Las hormigas caminaban unas sobre otras formando burbujeantes conglomerados de negruzcas patitas y ojos, antenas llenas de diminutos pelos, pelos gruesos y pegajosos, y sin más ni más, el caos brotaba, las burbujas se rompían y las hormigas salían en todas direcciones. Eran infinitas. En menos de un segundo otro abultamiento reaparecía en otra zona del camino y la gruesa línea negra lucía perfecta de nuevo, hermosa. Desde la cama ella la observaba y la seguía con su dedo índice. Cruzaba de un lado al otro de la habitación hipnotizándola.

Así transcurría su sueño, en la más perfecta calma y, sin tener el menor indicio de lo que ocurriría, ella mantenía la vista fija en la línea, tal vez fue una imagen demasiado nítida, clara... aún cuando todo se transformó, su perfección era su claridad.


Pasados algunos instantes el cambio en la línea fue monstruoso, algunas de las hormigas se volcaron en insectos grandes como puños que perseguían a las anteriores. Había alacranes, cienpies, culebras enroscándose por el techo, y otros engendros con tenazas. La línea se convirtió en una telaraña, todas las criaturas se desplazaban en direcciones aleatorias. Las burbujas que antes explotaban en hartazgo de hormigas, ahora desnudaban a algún escorpión, y las demás huían... Ella bajó su brazo, era inútil tratar de dibujar algún rumbo. Era todo confusión.

Despertó recostada sobre su lado derecho. La luz entraba por la ventana. Pensó durante algunos instantes en el sueño pero sólo logró asir detalles sin secuencia. Se preguntó si debía llamar a Gutiérrez... -No, ya no puede hacer nacer nada.- Cerró los ojos e intentó dormir de nuevo mientras repetía un fragmento de García Lorca.







miércoles, 13 de marzo de 2013

Fluyan mis lágrimas

Temí que pudiera convertirme en ese personaje que no sabe de flores, que no huele, no busca, no escucha voces nuevas... No, la verdad no creo que ocurra, estoy huyendo de ello... intento que no se me acerque el fantasma que desgarra sueños. Aún estoy despierta, él sigue rondando.
Ayer vi algunas risas que fluían sin razón, yo caí en ellas. Luego llegaron los brazos de una mole que me buscaba para que la protegiera, me dejé abrazar. Volví a jugar con todos ellos. 
Hoy, aunque haya llorado al amanecer, decidí mover los pies alejándolos del suelo; permanecen gritando para que así en su catarsis no puedan ser atrapados. Todavía tienen planes.

jueves, 28 de febrero de 2013

Abrazarte, de Filippo Tommaso Marinetti







Cuando me dijeron que te habías marchado
Adonde no se vuelve
Lo primero que lamenté fue no haberte abrazado más veces
Muchas más
Muchas más veces muchas más
La muerte te llevó y me dejó
Tan solo
Tan solo
Tan muerto yo también
Es curioso,
Cuando se pierde alguien del círculo de poder
Que nos-ata-a-la vida,
Ese redondel donde sólo caben cuatro,
Ese redondel,
Nos atacan reproches (vanos)
Alegrías
Del teatro
Que es guarida
Para hermanos
Y una pena pena que no cabe dentro
De uno
Y una pena pena que nos ahoga
Es curioso,
Cuando tu vida se transforma en antes y después de,
Por fuera pareces el mismo
Por dentro te partes en dos
Y una de ellas
Y una de ellas
Se esconde dormida en tu pecho
En tu pecho
Como lecho
Y es para siempre jamás
No va más
En la vida
Querida
La vida
Qué tristeza no poder
Envejecer
Contigo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Un cigarro

Yo frente a la misma ventana que me desmiente, la que dice -ni sabes, ni quieres, ni tienes idea de a dónde vas.

miércoles, 16 de enero de 2013

Primera llamada

No, Gutiérrez jamás ha pensado en el cuadro al fondo de la habitación... eso me ha contestado.

No hay progreso... La imagen parece más obscura que antes... Gutiérrez quiere que regrese... más horas... tal vez acabe encerrada, justo como las personas de espanto que deambulan por los pasillos color blanco... igual que ellos, andando sin poner un pie en la tierra; la cabeza volando.

Tengo miedo.

lunes, 7 de enero de 2013

La fotografía

Entonces pensé que tal vez era cuestión de alguna enzima o cosa química que no me estuviera funcionando de manera adecuado. Tal vez sólo requería un ajuste de píldoras... tenía que ir a médico de nuevo pero, ¿a cuál de todos? Esto no lo podría arreglar Gutiérrez, tenía algunas semanas pensando en que él ya no estaba  solucionando nada. Lo extrañaría, sin duda, pero extrañaría más mirar el cuadro que colgaba de la pared, justo en la dirección en que dirigía mis ojos cuando me recostaba sobre el diván. Con un par de confortables almohadas lograba ver hacia enfrente y no hacia el techo. Entonces estaba ahí, ese cuadro, y lo único que tenía dentro del vidrio era la impresión de una fotografía en blanco y negro. La foto era de una calle, con edificios y nada más... -así pensé varias veces-, hasta que ocurrió que le dejé mis ojos, sesión tras sesión, encima... algo bueno debía tener esa imagen como para que no pudiera desprender la mirada de ella; algo debió haber tenido antes para que alguien decidiera colocarla en la pared; y alguna idea hubo de haber pasado por los ojos del fotógrafo cuando vio lo que vio antes de oprimir el botón sobre la escena, ésa que después  decidiera mostrar; y ahí me quedé horas y horas... aseguro que fueron muchas.