miércoles, 9 de noviembre de 2011

La suerte

"- Y usted Madame, ¿qué suerte quiere saber si la suya ya ha sido echada?" palabras más, palabras menos, en eso pensaba de vez en vez cada que leía ese letrero...
Hacía ya tiempo que Valentina había leído una historia de fantasmas, algo sobre un monje poseído, o la encarnación del diablo, o alguna tenebrosa manifestación del subconsciente romántico; una historia de detalles de amor y maldiciones inquebrantables. En realidad no le había gustado mucho esa lectura pero esa frase le brincaba como si en su destino estuviese escrito que algún día habría de escucharla. 
'Su suerte ya ha sido echada, ya ha sido hecha sin siquiera haberle visto venir' pensaba la pobre mientras caminaba nerviosa por aquella calle donde estaba ese letrero recordatorio. De inmediato contemplaba la idea de entrar al lugar que era anunciado, al instante quería dejar la consigna propia que imaginaba le sería dicha algún día. 'No, no quiero que mi suerte no sea echada ahorita, ahora que aún hay tiempo', se decía a sí misma... pero pasaba de largo y no entraba al establecimiento que sabía le podía dar algunas de las respuestas que buscaba. ¿En verdad le daría respuestas?
La frase venía de aquel paseo en que Antonella, o Matilda, o Elena, como sea que se llamase la protagonista de la historia, caminaba con su vieja tía de regreso a casa después de oír misa en alguna parroquia madrileña. En el camino se encontraron con un tumulto, una gitana danzaba en medio de la calle brindando un espectáculo de aquellos coloridos y ruidosos. Por algún motivo los ojos de la gitana se posaron en la bella joven, digámosle Matilda. Con algunas cabriolas de lo más sorprendentes llegó hasta su lugar y lanzó algún conjuro con el que ofrecía sus servicios de adivinadora. Matilda pidió permiso a su vieja tía de quitarse el guante y dejar hacer su magia a la extraña mujer. Tras algunos remilgos, la tía aceptó. 'Ése fue su error!' pensaba Valentina cuando recordaba ese pasaje de la novela y en especial ese personaje, la tía. A Valentina no le había cautivado en absoluto la ingenuidad del personaje joven, virginal y perfecto, sino aquella vieja gorda, decadente y tonta que se dejaba embaucar con halagos sin fundamento. Ese personaje más cercano al circo o a la tumba que tan bien ilustraba la frustración del paso del tiempo, así como la simpleza de la ilusión. Un vieja tía gorda y tonta, ése era el personaje sobre el cual cavilaba cada que pensaba en aquello de la suerte. Entonces la adivinadora presagió las desgracias que caerían sobre la pobre Matilda, pero de la tía... de la tía no se dijo nada más que su suerte había sido ya echada. Ésa había sido la respuesta a la curiosidad de aquel personaje de decadencia y comedia. ¿En verdad necesitaba oír la respuesta? 
Ahora Valentina meditaba sobre aquellas palabras y sobre aquella permisión, dejarse o no saber qué habría de serle adivinado en aquel lugar anunciado por el letrero de "Lectura de cartas". El dudarlo le hacía sentir algo parecido a una comezón desquiciante... algo que por enmendarlo podría provocarle una cicatriz que no podría ser borrada con ningún remedio, o de dejarle permanecer ahí en su corazón tal vez la lograse ignorar con el paso del tiempo; pero entonces algún día podría provocar que ella misma se convertirse en ese personaje de ruinas y burla, en un cadáver que preguntase 'Cuál es mi suerte?'; así la respuesta le sería dicha cual maldición cumplida. Ahora Valentina creía que tal vez ya intuía las respuestas.

viernes, 21 de octubre de 2011

Espanta espectros

Nombre: Espanta espectros
Misión: Combatir sagazmente a los espectros
Herramientas de trabajo: Poderes  mentales escondidos tras mi cara de imbécil. Poseo la habilidad de destrozar mediante insoportables cánticos de melancolía a cualquier tipo de ente sobrenatural e infraterrenal. La frecuencia de mis susurros se infiltran en lo que se conoce como un canal telepático ontológicamente inestable, se adhiere a la conexión atemporal de lo que vulgarmente es llamado espectro y tras fracciones angustiantes de tiempo, logro ahuyentarle.
Intereses: Ampliar mi campo telepático ontológicamente inestable -CTOI-. Tendría que añadir aquí que con mayor amplitud me refiero no a lo que usted pensaría, a un radio mayor espacialmente hablando. No. La ampliación del CTOI se manifiesta en lograr notas increíblemente más trágicas, desgarradoras, desquiciantes, todas producidas en momentos colapsantes que se extienden al infinito. Sobra decir que el espectro queda perdido en dimensiones jamás nombradas.
Frustraciones: Ser de paja, no tener corazón y la cara de imbécil le parece poco? Tengo que agregar algo más? (susurra 'qué pregunta tan estúpida!')
Color favorito: El azul, me encanta mi camisa a cuadros azul. (sonríe)
Miedos: Ser atacado por un anti-espantaespectros.
Combinación de sabores orgasmáticos favorita: (se toma unos segundos) ... Creo que tendría que decir que me produce una particular excitación la combinación de tragedia con frambuesa, es como una mezcla burbujeante de la cual uno puede atascarse y nunca hartarse (se pasa la paja-lengua por los labios; se quiebra la paja-lengua).
Necesidades: Sexo!
Situación sentimental: En espera del amor. (no confiable, mueca burlona)
Algo que agregar?: Sí, me gustaría pedirle que omitiese el dato del anti-espanta espectros. Es muy peligroso andar divulgando los temores personales de cada espantaespectro. Si eso se llegase a saber correría un serio peligro. Un anti-espantaespectros no tiene forma definida, es morfológicamente licuable, por tal motivo su frecuencia jamás es detectada sino hasta segundos antes de atacar. Bueno, es sólo una sugerencia.

jueves, 20 de octubre de 2011

Icee is leaving 31/12/09

-I'm saling to nowhere... no, you cannot come with me... yes, I'm gonna miss you every day and every night... good luck for you too...-
Icee was going to the stars again, she wasn't ready but any way, she was leaving. It was not a rescue issue, neither the bravest scape, it was just the only way left for her after the malevolent monster had broken her place. She had no home, no cookies, no tears, what was then she doing there? It was nonsense. She had to leave and to stop wasting time, she had to, that was the point, there were no options but sailing, leaving, turning but not scaping.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las mañanas en el lago





Hay mañanas en las que extraño el lago, en las que me despierto en medio de la noche con lo kakaraqueos del gallo loco que vive al lado. Me despierto y pienso que voy por esos rumbos, que es hora de ir a escuchar los bostezos matutinos de los animales del bosque. Recuerdo que huele a yerba fresca en aquellas horas en las que el sol aún no sale... recuerdo que me gustaba ese olor y ese griterío de bestias a medias dormidas, a medias excitadas por el frío antes del alba... y la soledad de la caminata por el sendero de adoquín... en completa obscuridad en medio de árboles viejos. A la izquierda el lago despertando, lleno de vapor y de patos que quaquean con total libertad mientras abren los ojos al nuevo día... a una nueva vida.

martes, 18 de octubre de 2011

El valor de las cosas


 Persona bien equipada para la vida de oficina. Mi pregunta es ésta: no es medio tantito cosa peligrosa que uno ande cargando máquinas de valor en pleno metro sin cuidado alguno? Es una invitación directa a un asalto! Y he aquí el porqué unos dicen que uno provoca sus propias tragedias.

lunes, 17 de octubre de 2011

1 El viaje

Todo comenzó una tarde mientras regresaba a casa. Había tomado el tren de las 10 pm, justo había llegado al andén  después de sortear varios imprevistos en la carretera, alguna estremecedora colisión acababa de ocurrir en la intersección de la principal y las viejas vías del tren. No importaba observar los detalles de los autos destruidos, en otra ocasión me hubiera detenido a tomar fotos y algunas notas, pero no esta noche, esta noche deseaba llegar a casa antes de la media noche, tenía ya tiempo cumpliendo con ese estricto orden en mi listado diario. En fin, llegué al andén a tiempo, tomé el tren entre empujones y algunas incómodas movilizaciones de mi cuerpo, cosas de las que uno jamás se creería capaz pero con tal de introducirme en el vagón fueron hechas. En mi mente repasaba las conclusiones de la charla de aquella tarde, no quería que se escaparan aquellos detalles por los que había invertido una hora de mi tiempo y algunas monedas... siempre es un placer convivir con los viejos amigos, pero ésta no había sido de aquellas charlas de camaradería, se trataba de un investigador privado que estaba bajo contrato, las notificaciones eran privadas, los datos de la investigación celosamente entregados... una situación de lo más compleja que no permitía errores de olvido o descuido, quería aprehender todos los datos compartidos y sentía una angustiosa necesidad de controlar las palabras pronunciadas aquella tarde, todo era tan estresante mientras tomaba el tren de las 10 de la noche rumbo a casa, en medio de apretones y gente por demás sucia después de las jornadas dentro de la gran ciudad en plena expansión; respiraba yeso y algunos otros materiales de construcción, olores de cuerpos agitados, sucios y agotados. No podía permitirme distracciones así que traté de controlarme y quedar anclado a mis pensamientos. Entonces giré mi cuerpo, prefería quedar con la vista en dirección a los paisajes nocturnos que aparecían a través de los ventanales, rápidos flashazos de luces citadinas y descontrolados movimientos en las avenidas. Lo curioso de aquella noche apareció justo tras ese giro, una belleza de lo más extraña atrapó mi atención. De alguna manera y sin que yo lo notara logró acceder al vagón después de mí, justo en la misma estación, justo en el mismo andén... pero no la había visto sino hasta ese momento. Su rostro me quitó el aliento, perfectamente acomodado, delicado, tenue. Su cabellera era de un tono rojizo inestable y brillante que descendía en una voluminosa cascada de rizos sobre su espalda. Sus ojos redondos y cuidadosamente detallados con algún maquillaje barato, sus mejillas tersas y blancas... su boca pequeña y sin una sola línea que delatara preocupación alguna. Llevaba en brazos a una niña, no habría de tener más allá de un año de edad, se veía tranquilamente dormida sobre su pecho a pesar de los movimientos bruscos de aquel tren, a pesar de verse tan desamparada al igual que su madre... Sí, lo primero que vino a mi mente después de la contemplación de su belleza fue su desamparo, su repugnante situación. No dejé de verlas durante el transcurso de mi viaje... (continúa)

sábado, 15 de octubre de 2011

Pre-movimiento

El sol brilla todas las tardes por el lado izquierdo del bosque, al menos es lo que yo puedo ver cuando corro por su principal sendero. Tengo la intención de recorrerlo tantas veces como mis piernas me lo permitan… Pensé varias veces que habrían más veces, días más de ser errante en el bosque,  pero el tiempo no avisa de sus cambios, ni él mismo sabe a qué juega mientras juega… tal vez él mismo se sienta sorprendido de sus propias marometas. Por lo pronto yo sigo sin entenderlo, aún en el sendero que creo me acerca más y más a poder pronunciar un nombre.

viernes, 14 de octubre de 2011

jueves, 13 de octubre de 2011

La publicista

En la meditación del día de hoy tenemos una hora de extrema excitación mental en la que la que escribe quedose pensando en por qué es que estudiaba algo así como las motivaciones ocultas de Hester Prynne para portar una coqueta A en el pecho en vez de algo bien cuco como... la venta eficaz de productos lácteos chcocolatosoendulzados para los "chavos de hoy". He aquí mi contribución a la industria encargada de tan ambiciosos menesteres: 
p.d. Añadir frase cachetona para que pegue.

martes, 11 de octubre de 2011

Una pareja

¿Les habré contado de aquella pareja de extrañas maneras? Uno parecía algo así como una vaca mal confeccionada, la otra una damisela de lo más estresada. Su amor era de esos ciegos que parecía durarían hasta el fin de los tiempos, hasta el momento en que la sagrada revelación de las imperfecciones tomara presencia en estos lugares de avinagradas relaciones de amor, rencor y domingos de repetición. 

martes, 4 de octubre de 2011

Momento previo

Hubo un día en que se presentó una situación un tanto escabrosa en la vida de Corina, algo parecido a un momento de ansiedad extrema: una disyuntiva se producía en su camino. No es que fuera cuestión de vida o muerte... tal vez ambos caminos tenían vida y muerte en dosis estándares y apropiadas para una mujer de veinte y algo de años, peso promedio y una salud tan precaria que le permitía estar dentro de la media poblacional de aquellos que morirían antes de alcanzar los 60 años de edad; pero lo que ahora le ocurría a Corina parecía sobrepasarla, en un santiamén todas sus meditaciones se tornaban sobre su tiempo, su vida, sobre algo que intuitivamente brincaba como increíblemente difícil de manejar para ella en aquella noche... algo así como un calamitoso colapso de su pasado y su futuro en el que salía extraviado su presente... disparado hacia la nada... hacia el todo... puesto en un segundo en el pendular acertijo de la vida de donde todos desean escapar y huir... este dilema... este dilema la confundía!
Frente a esta situación sucedía que su corazón comenzaba a trastabillar y entonces sus arítmicos latidos provocaban que su piel destilara un sudor frío y congelante. Como era de esperarse, la mezcla de temperaturas, la de su válvula estresada por cumplir el mínimo y requerido labor de bombeo para no caer en una insufrible y fatal vergüenza por incompetencia, y la de una conflictuada respuesta dada por su sistema nervioso autónomo simpático manifestándose por la piel como gotas heladas frente a una situación no prevista ni deseada, ocasionaban que la paranoia de Corina quedara desatada y temblorosa, un malestar general entonces llegaba a su cuerpo.
El asunto era este: decidir si tomaría su taza nocturna de café con leche y dos de azúcar o lo dejaría amargo y puro. Ella sabía bien que el café en estado natural, sin dos cucharaditas de azúcar ni un chorrito de leche, no le hacía feliz ni en la mejor de las pesadillas... ni en la más quimérica de sus noches, pero ahora por algún motivo... algo que no podía recordar cuándo había nacido, se presentaba como un asunto de merecida duda: preparar su café como sabía que ella quería... o no. Era como si algo la estuviese empujando a decir "no azúcar! no leche! sólo agua amarga", pero no sabía qué era eso... habría acaso alguna necesidad de estabilidad sosa e insípida... de no mezclar sabores para encontrar la verdadera esencia del sabor a café? habría acaso tal posibilidad? y de haberla... por qué ahora y hasta cuándo? 
Ahora sentía en el estómago un gran agujero, como si todo este tiempo hubiese sabido que tendrían que pasar varias noches antes de volver a probar su café favorito, ahora sentía que desde el inicio había estado extrañando su café con leche y dos de azúcar porque nunca hubo una Corina frente ninguna disyuntiva.

martes, 27 de septiembre de 2011

Adios


Ey tú Verano, hazte a un lado!
   mmm bueno, este día te has portado cálido
...   me llevaste a un buen lugar muchacho
               (pero en definitiva espero al de alado).

lunes, 19 de septiembre de 2011

Otoño

Recuerdo que por aquellos días de septiembre mi corazón estaba marchitándose -tal como lo hacían las hojas de los árboles, pero éstos tenían la plena certeza de renacer al paso de seis meses-. Mi corazón no tenía tales esperanzas, más aún, cada día iba perdiendo la intención de dar un latido más. Mi corazón sufría de algo parecido a una enfermedad que no se cura con esperanzas sino con la ausencia de ellas. El tiempo que dura el tratamiento es totalmente indeterminado, nadie sabe en verdad lo que ha de pasar para que renazca, nadie tampoco sabe con certeza si es que así ha de ocurrir.
Ahora es casi el final del invierno. Ya no escucho mis latidos. Puede que mi pecho esté tan marchito que no haya de encontrarse nada para él cuando llegue la primavera. El tratamiento seguro habrá de seguirse, de alguna u otra forma se le ha forzado a caer en un abismo infinito de desesperanza; un abismo que huele a eternidad, donde no se escucha ni un goteo que indique el paso del tiempo.
Mi único temor es que durante el tratamiento de la total desesperanza ocurra algo como aquello que suele sucederle a las hojas marchitas. No hay temor en que se suelten y viajen con el aire, ni que brillen tenuemente con sus dorados en los atardeceres, no, no hay temor de que eso le ocurra a mi corazón. El único suceso a temer es que el viento deje de soplar un día y que caiga a la deriva, totalmente seco, frío y tieso, entonces, sin más ni más, habrá un irremediable crujido en este abismo.