sábado, 8 de junio de 2013

La abuela

La abuela se acaba de mudar a la casa... la abuela tiene 89 años... la abuela está...  no habla de otra cosa más allá de 1994... ¿la abuela en verdad siente dolor? Algunas tardes se acuesta en su cama, descansa mientras alguien entra a su cuarto a preguntar cómo va todo. El silencio de su habitación se expande, llega hasta mis oídos, siento que debo romperlo... no me corresponde.

Su nombre es V, nació en el año de 1924, mismo año en que nació mi abuelo, no su esposo, mi otro abuelo. Ella nació en un pueblo de Xochimilco dentro de una familia que ya tenía otros cuatro o cinco hijos más, no importa ese dato porque todos murieron, menos ella, su hermana mayor (aquella que tiempo después metería a la abuela a la cárcel por algún chisme familiar) y su hermano menor, uno que vivió hasta la juventud y que llenó a la familia de una figura masculina amable... para destruir después a la misma familia con su trágica muerte a corta edad y sin dejar descendencia. 

Llegó el lunes por la tarde con pocas cosas en el camión de mudanza, no tan pocas. Algunas macetas ahora adornan el patio, un tapete, la entrada. Le asignaron un cuarto en la planta baja... todo está listo para que yo entre y escuche las viejas anécdotas de cuando su madre (mi bisabuela) se escondía de los carrancistas:

-Mi madre ya se había casado antes, no con el Chaviro, ése vino después n'más a fregarla, sí... pero su esposo, lo amó mucho... Es que antes, hija, llegaban los carrancistas y se llevaban a las muchachas guapas -sonríe-, por eso la mamá de mi mamá las llenaba de tizne, y las ponía mugrosas, pa'que no se las llevaran. Pero eso fue después, después de que le mataron a su esposo, de él no tuvo hijos, todos fueron con el Chaviro, ése fulano -frunce el ceño-. La gente venía gritando que ya se acercaban por el sur, llegaban de por milpaalta, y ya'quí en el pueblo siguieron con las armas. Un soldado mató al esposo de mi mamá y ya se llevaba por la fuerza a mamá Hila, pero ella estaba como vuelta loca y gritaba que le habían matado a su esposo, y entonces, no sé cómo, pero figúrate que agarró un azadón que andaba por ahí y le dio un golpe al maldito soldado, ya después lo terminó de rematar. Sí hija, se volvió como loca y le siguió llorando a su esposo. Ya después llegó el Chaviro. 

Creo que la abuela duerme por las tardes... después de hacer su comida, después de bañarse, después de ver televisión, el jardín, el gato que anda rondando, después de encontrarse en medio de sus 89 años... a veces sonríe.