martes, 4 de octubre de 2011

Momento previo

Hubo un día en que se presentó una situación un tanto escabrosa en la vida de Corina, algo parecido a un momento de ansiedad extrema: una disyuntiva se producía en su camino. No es que fuera cuestión de vida o muerte... tal vez ambos caminos tenían vida y muerte en dosis estándares y apropiadas para una mujer de veinte y algo de años, peso promedio y una salud tan precaria que le permitía estar dentro de la media poblacional de aquellos que morirían antes de alcanzar los 60 años de edad; pero lo que ahora le ocurría a Corina parecía sobrepasarla, en un santiamén todas sus meditaciones se tornaban sobre su tiempo, su vida, sobre algo que intuitivamente brincaba como increíblemente difícil de manejar para ella en aquella noche... algo así como un calamitoso colapso de su pasado y su futuro en el que salía extraviado su presente... disparado hacia la nada... hacia el todo... puesto en un segundo en el pendular acertijo de la vida de donde todos desean escapar y huir... este dilema... este dilema la confundía!
Frente a esta situación sucedía que su corazón comenzaba a trastabillar y entonces sus arítmicos latidos provocaban que su piel destilara un sudor frío y congelante. Como era de esperarse, la mezcla de temperaturas, la de su válvula estresada por cumplir el mínimo y requerido labor de bombeo para no caer en una insufrible y fatal vergüenza por incompetencia, y la de una conflictuada respuesta dada por su sistema nervioso autónomo simpático manifestándose por la piel como gotas heladas frente a una situación no prevista ni deseada, ocasionaban que la paranoia de Corina quedara desatada y temblorosa, un malestar general entonces llegaba a su cuerpo.
El asunto era este: decidir si tomaría su taza nocturna de café con leche y dos de azúcar o lo dejaría amargo y puro. Ella sabía bien que el café en estado natural, sin dos cucharaditas de azúcar ni un chorrito de leche, no le hacía feliz ni en la mejor de las pesadillas... ni en la más quimérica de sus noches, pero ahora por algún motivo... algo que no podía recordar cuándo había nacido, se presentaba como un asunto de merecida duda: preparar su café como sabía que ella quería... o no. Era como si algo la estuviese empujando a decir "no azúcar! no leche! sólo agua amarga", pero no sabía qué era eso... habría acaso alguna necesidad de estabilidad sosa e insípida... de no mezclar sabores para encontrar la verdadera esencia del sabor a café? habría acaso tal posibilidad? y de haberla... por qué ahora y hasta cuándo? 
Ahora sentía en el estómago un gran agujero, como si todo este tiempo hubiese sabido que tendrían que pasar varias noches antes de volver a probar su café favorito, ahora sentía que desde el inicio había estado extrañando su café con leche y dos de azúcar porque nunca hubo una Corina frente ninguna disyuntiva.

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