lunes, 16 de julio de 2012

Casa Trinar






3 La llamada




Llamé por primera vez, número directo, él me contestó.

Algunas veces ocurre que uno llega a conocer a gente pasajera, no se cruzan muchas palabras, tal vez algunas miradas son más valiosas, se comparten espacios, se baila por algunos momentos juntas... sí, así fue como conocí a Manuela, una tipa desequilibrada que asistía a las mismas clases de baile que yo. Ella era psicóloga, personalmente nunca creí que tuviera capacidad alguna para su profesión, me parecía tanto más dispersa, incapaz de aprehender detalles minúsculos del rededor, en fin, supongo que mi curiosidad me llevó a conocer algunos sus asuntos personales y mi imaginación hizo que la viera como una persona colapsante, a veces pasa. Tal vez sea la persona más capaz y feliz del planeta, yo no lo vi así.

Hubo una tarde en la que entablé conversación con ella, todo perfectamente premeditado. Necesitaba saber algunos datos sobre... no recuerdo bien pero estoy segura que mi curiosidad obraba entonces con propósito. Le pregunté acerca de su trabajo, fue entonces que me enteré de Casa Trinar, la institución en que ella trabajaba.

-Algunas personas necesitan un acompañante por las tardes, a veces salimos al mercado... al banco, cualquier lugar cercano en el que se sientan cómodos para que poco a poco vayan reintegrándose a la vida.-

Recuerdo estas palabras... no recuerdo nada antes, nada después de ellas. ¿Quiénes? ¿qué vida? ¿qué mercado? Pasados dos segundos contesté con alguna de esas frases amables que tan bien tengo estudiadas, pronunciación entusiasta, empática... cortante. Un buenas noches y terminó la conversación.

Poco tiempo después de eso dejó de asistir a las clases. Una casualidad que justo ocurriera cuando esperaba verla para preguntarle la dirección de aquel lugar. Esperé un poco, hice algunas preguntas sobre cuándo es que regresaría a clases; no recibí respuestas claras. Algunos chismes corrieron sobre su desaparición, parece que la corrieron de la escuela por falta de pago, por conducta inmoral, por robo. No regresaría, así que le llamé por teléfono y le pedí la información que necesitaba.

Así fue como obtuve el teléfono del Dr. Gutierrez. Para cuando llamé él ya esperaba mi llamada, Manuela le había comentado que había solicitado asistencia, así que se acordó el día y la hora de mi primer consulta. Colgué el teléfono sin haber logrado hacer un dibujo de este tipo, creo que hasta la fecha carezco de una imagen clara de quién es él. Una voz, tan sólo una voz, así fue en esa llamada y puede que hasta hoy así continúe siendo. Una persona por completo impersonal.

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