sábado, 14 de julio de 2012

Casa Trinar



1 La cita






Tal vez es eso que hube visto una vez al dormir lo que me hace permanecer con los ojos abiertos... parece que no siento la presencia de algún sueño, un sueño... cualquier sueño... Mis manos se mueven mientras tecleo esto, mis ojos recorren una y otra vez esa habitación en la que estaba... él también estaba... otro más al otro lado. No, no he logrado arreglar ese espacio para hacerlo medianamente familiar... -tal vez es demasiado familiar- diría el Dr. Gutierrez. ¿Por qué recurro a sus palabras?


El problema no es lo que hube soñado, el problema no es que regrese a ese lugar inexistente de cuando en cuando, no es que lo haya pronunciado ni que no lo entienda... tal vez no hay problema... tal vez el problema es que quiero leerle algo, quiero volver a ese sueño y encontrar algo que quizás no dice, o quizás esté plenamente oculto, con un millón de pistas flotando en el no-lugar para que yo pueda leerle... para que lo adquiera, lo haga realmente mío... más mío aún.


El Dr. Gutierrez dio algunas pistas sobre el asunto, unas las pronunció con su tono puntualmente serio, otras las dejó dibujadas con la duda que arrastra su lengua perezosa sobre la habitación... ese modo de hablar alargando vocales... sugiriendo cosas que yo tal vez no veo. En cambio, vi otras que me hicieron soltar carcajadas. Tal vez deba dejar de reír de ese modo durante la consulta o un día en verdad me creerá una loca, tan loca como aquellas personas de espanto que caminan sin fijar la mirada, que dicen incoherencias mientras comen compulsivamente en la sala de espera, que hablan de nada para matar silencios... ¿que tanto luzco como ellas?

Han pasado cinco semanas desde aquel sueño, éste se convirtió en la razón por la cual regresé al consultorio del Dr. Gutierrez. Recuerdo que le llamé por la mañana, solicitando cita porque había visto algo extraño... algo de lo que deseaba hablar. Él respondió un par de horas después, devolvió la llamada para arreglar el turno de mi visita. No, nunca me hubo dado de alta antes, yo fui quien dejó de ir porque creí que no era más necesaria la charla monologal. Yo decidí... huir tal vez, no estar. El sueño que tuve fue demasiado, demasiado vago, difuso, incoherente. Tanto para jugar... sabía que él querría jugar a leerlo conmigo.


Yo en el diván una tarde, narrando paso a paso... o todo junto en una sola palabra... no encontraba palabras. -¡Wow! parece una película.-

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